El juego siempre ha estado muy presente en nuestra vida. Desde pequeños nos ayuda a conocernos mejor, interrelacionar con los demás así como a desarrollar nuestras capacidades cognitivas y psimotrices en un ambiente lúdico.
En la sociedad rural el juego ha servido como vínculo de unión entre la gente del pueblo y sus vecinos de localidades próximas.
El Museo de Juegos Tradicionales de Campo nos muestra los procesos sociales y culturales del mundo rural que giran alrededor del juego. La visita comienza con los juegos infantiles. Dónde hay una amplia muestra de piezas de juego elaboradas con objetos desechados por los adultos, o elementos tomados del entorno. Podremos apreciar como los niños agudizaban su ingenio a falta de recursos.
El tránsito a la mocedad está representado con juegos de galanteo. Juegos que rompían la radical separación entre los jóvenes de uno y otro sexo.
En la mayoría de los juegos de hombres interviene la puntería y/o la fuerza y muchos de ellos tienen una gran vinculación al mundo laboral. Las mujeres en sus escasos momentos de ocio, ha predominado el juego de estrategia y puntería como los bolos.
En Campo está muy arraigado el juego de las “birllas”, un juego de bolos en el que solamente pueden jugar las mujeres. En verano, por la tarde, podemos verlas jugar en las calles.